09 septiembre 2012

¡ Vive Con\Pasión !


Es hora de tu compromiso.

Es hora de tu compromiso
Tener una pasión significa que hay algo o alguien que ocupa un lugar importante en nuestra vida. Significa que la existencia tiene un norte que la orienta. Significa que hay cosas que valen más que otras y, consecuentemente, que por las que valen, se pueden dejar algunas de lado. Tener una pasión es apostar, elegir, entregar, dedicar, identificarse y hacerlo con fuerza y entusiasmo (¡echando el resto!).
Puede que no esté de moda el apasionamiento. Pero el apasionado tiene una gran ventaja en medio del “ahorro vital” característico de nuestros días: sabe cuál es la razón y el sentido de su vida.
Jesús de Nazaret fue un gran apasionado. Primero de Dios, a quien llamaba Padre. Luego, pero al mismo tiempo, de sus hermanos y hermanas; sobre todo, de los más pobres. Esa pasión la vivió como entrega y servicio amoroso. La pasión por el Padre, la intimidad y la profunda comunión de sentimientos con él, la trasladó a su relación con los hombres y mujeres de su alrededor. Así, su pasión de hijo se hizo compasión fraterna. Dios, en él, se hizo misericordia entrañable y abrazo humanizador. Y, a decir verdad, Jesús apuró esta pasión compasiva hasta el final: su apasionamiento le llevó a la Pasión en la cruz.
Domingo de Guzmán entendió que su vida o era apasionada, como la de Jesús, o no tenía sentido. Por esa pasión lo dio todo. Por donde anduvo vivió, sintió, acogió, contempló, celebró, compartió, estudió y predicó la pasión compasiva de Jesús. Y ese “talante” lo dejó a los suyos en el carisma dominicano. Consecuentemente, no hay vida dominicana sin apasionamiento y sin compasión.
La pasión compasiva dominicana brota y se nutre de la contemplación: un modo de ver el mundo y los otros con los ojos de Dios. Paso previo para unirnos a su causa: el Reino. Un Reino que no está en otro mundo sino que es éste transformado en otro, con los hombres y mujeres concretos, en especial los últimos, los empobrecidos, los marginados. De este modo, la pasión dominicana se hace compasión: un estremecimiento fraterno que orienta la palabra y la vida a favor de la justicia y la paz en nuestro mundo. Este es el motor de nuestra predicación, del anuncio de la Buena Noticia de Jesús para cada uno de sus hijos.

Puede que no sean tiempos de pasiones. Puede que, por ello, no andemos muy sobrados de compasión. Sin embargo, no es desacertado afirmar que solo una vida apasionada puede ser verdaderamente humana. La decisión es tuya: ¿quieres “ir tirando” o “vivir con pasión”…? ¿Merece la pena ser apasionado?

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